Cannes (Francia), 20 may (EFE).- La mexicana Salma Hayek lleva mas de sesenta trabajos como actriz y ha producido una serie una serie ("Betty") y algunas películas, como "Frida", pero tiene una asignatura pendiente: "mi gran pasión es dirigir, pero no tengo prisa".
Pasional, natural y muy divertida, la actriz recibe a un reducido grupo de periodistas, entre ellos Efe, en la terraza de un hotel de Cannes, donde hace unos días presentó "Il racconto dei racconti", del italiano Matteo Garrone, un moderno cuento de hadas en el que interpreta a una reina.
Con el pelo recogido y un precioso vestido negro con flores rojas de Alexander McQueen, la actriz recibe con los pies descalzos y saluda afectuosamente a los periodistas, todo un soplo de aire fresco en Cannes, donde el glamour suele ir acompañado de una cierta frialdad por parte de las estrellas.
A sus 48 años, la actriz pasa por un buen momento. A la película de Garrone se une "Septembers of Shiraz", junto a Adrien Brody, y como productora, está presentando en diversos países la cinta de animación "El Profeta", sobre la obra del poeta libanés Kalil Ghibra.
Pero reconoce que lo que más le apasiona es la dirección. "Hice una película para televisión -'El milagro de Maldonado'- que fue un encargo, pero me dijeron que mi cerebro trabaja como el de un director, me encantó la experiencia".
Así que, asegura: "tengo un gran futuro, tengo algo muy especial que esperar para mis 60".
Una faceta más de su vertiente profesional, pero tiene energía para mucho más y está volcada en la Fundación Salma Hayek, cuyo objetivo es acabar con la violencia hacia las mujeres y llevar la atención global a las crisis humanitarias.
"Mi pasión por el trabajo humanitario viene de la empatía, el origen de mi pasión por los personajes viene por la empatía hacia la Humanidad, la fascinación de actuar y de contar historias viene de mi fascinación por la Humanidad, por los seres humanos", explica la actriz muy vehemente.
Aunque más allá de su labor como actriz y de su labor humanitaria, lo que más le importa es su familia y su hija Valentina, de ocho años, de la que habla sin parar.
"En los rodajes le encanta sentarse frente al monitor y darme órdenes. Yo siempre me peleo con ella y le digo: 'tienes que estar sentada y mirando, no eres parte del equipo de la película, estás aquí, miras y aprendes, pero tú no eres el director".
"Es increíble, desde que era pequeña le gusta mirar y no se aburre", explica Hayek, que hasta ahora se llevaba a su hija a todos los rodajes pero ahora ya no quiere hacerlo.
Considera que es muy importante "que no sea una observadora" de su vida, sino que tenga la suya propia y su estabilidad, su escuela, su rutina normal.
"Tengo un sentido patológico de la maternidad, no solo con mi hija, tengo una granja con animales rescatados, tengo 9, en un momento fueron 12, todos recogidos de la calle", explica.
El último lo encontró en un rodaje en Hungría. "Le había jurado a mi marido -François-Henri Pinault- que pararía, así que no sabía que iba a decirle. Y pensé, ya está, voy a hacer que he tenido un affaire y luego cuando le diga que es un perro va a estar muy feliz". Pero su marido le pilló la mentira rápidamente, recuerda riendo.
Y entre rodaje y rodaje, los viajes de promoción, que la actriz se toma como un curso de aprendizaje, una especie de estudio antropológico.
"Si no respondes como un robot y escuchas realmente, a través de las entrevistas puedes darte cuenta de lo que pasa en el país y las diferentes tendencias de cada cultura y para mí es muy interesante y fascinante", asegura.
Pone como ejemplo la promoción de "Gato con botas", película producida por Antonio Banderas y en la que ambos ponían voces a algunos de los personajes animados.
"Muchos periodistas me planteaban preguntas relacionadas con la crisis, que no tenía nada que ver. Yo estaba con Antonio y me hicieron una pregunta estúpida, pero para mí no era estúpida y comencé a llorar. Antonio me preguntó que qué pasaba y le dije: '¿pero no ves el sufrimiento de esta gente?' y casi empieza a llorar él también".
Un interés genuino, como el que siente por la situación en Oriente Medio -su padre es de origen libanés-, aunque es consciente de la dificultad de opinar sobre un tema tan complejo.
"Estudié ciencias políticas en la universidad, relaciones internacionales (...) creo que hay mucha gente entra en los debates creyendo que saben todo pero quizás por tener un pequeño conocimiento de lo que pasa creo que no sé lo suficiente para hablar de ello".