Cannes recibe este año dos facetas de Gael García Bernal. La de miembro del Jurado de los Largometrajes y la de actor. El actor mexicano colabora con Pablo Fendrik en su tercer largometraje, El Ardor, un western contemporáneo en la selva tropical argentina.
Kai es un personaje místico, solitario, que deambula con el torso desnudo en la jungla. Es testigo del ataque de unos mercenarios a una tabacalera. Como las amenazas no son suficientes para apropiarse del terreno, matan al propietario y raptan a su hija, Vania. Kai decide entonces buscarlos por la selva tropical: y persigue uno a uno a los mercenarios para vengar a la familia.
Lejos de las planicies polvorientas del oeste americano, Pablo Fendrik crea un nuevo western y lo instala en la selva amazónica, haciendo hincapié en la naturaleza. La cámara recorre en lugar en travelling, realzando la belleza y el misterio del pulmón de la Tierra.
Hay hombres que viven en este entorno; algunos lo preservan, algunos lo condenan. En torno a El Ardor, surge el tema de la desforestación y la expropiación de las poblaciones. Pablo Fendrik se entrevistó con agricultores víctimas de la búsqueda del oro verde con el fin de inspirarse de las experiencias de las personas amenazadas, e incluso expulsadas, para su guión.
Este “western mesopotámico”, como le llama afectuosamente Pablo Fendrik, excluye todos los maniqueísmos característicos del género. Los matices de Kai (Gael García Bernal), Vania (Alice Braga) y los otros personajes son menos evidentes. La psicología de Tarquinio, el jefe de los mercenarios, destaca por su elaboración. En un western clásico, habría sido un bandido sin dios ni ley, pero Fendrik nos trae un personaje de “malo” construido, con un bagaje complejo. El Ardor es, sin embargo, una historia de venganza, el suspenso de una lucha entre dos estilos de vida.
Fuente
http://www.festival-cannes.fr/es/theDailyArticle/60993.html
