Venecia (Italia), 3 sep (EFE).- El francés François Ozon ha optado por el clasicismo narrativo en "Frantz", un drama en blanco y negro que se desarrolla recién acabada la I Guerra Mundial y que, sin ser uno de sus mejores trabajos, es una película sólida que ha sido bien recibida en Venecia, donde compite por el León de Oro.
Las consecuencias de la guerra contadas a través de la historia de una pareja: ella, alemana, ha perdido a su prometido, y él, francés, a su mejor amigo. Un drama que el director decidió rodar en blanco y negro para darle "más fuerza y veracidad", como explicó en una rueda de prensa.
"Nuestra memoria de la guerra es en blanco y negro y me dije que era una forma de meter al espectador más en la historia, además de ser un periodo de dolor que estaría mejor reflejado con la ausencia de color", agregó.
El color solo aparece en algunos momentos muy limitados de la narración, como representación de que la vida vuelve.
Basado en una obra de teatro de Maurice Rostand ya adaptada por Ernst Lubitsch en 1932 ("Broken Lullaby"/"Remordimiento"), Ozon varió el punto de vista de la historia, que ahora es contada desde el lado alemán en lugar del francés.
Anna (Paula Beer) vive en un pequeño pueblo de Alemania junto a los padres de su prometido fallecido, Frantz, recién acabada la I Guerra Mundial.
Allí llega Adrien (Pierre Ninney), que lleva flores a la tumba de Frantz y dice ser su mejor amigo, lo que da pie al comienzo de una relación amistosa entre el francés y la familia de su amigo alemán, en un momento en el que las dos naciones seguían muy enfrentadas.
Una historia que Ozon pensó que podría ser diferente ahora que cuando la rodó Lubitsch, antes de que se produjera la II Guerra Mundial.
Aunque quiso dejar el proyecto al descubrir la adaptación de Lubitsch, Ozon se dio cuenta de que la idea que él tenía para contar la historia era muy diferente e incluso creó una parte final totalmente distinta a la obra de teatro original.
"He mantenidos algunos aspectos del filme de Lubitsch que me parecían muy bellos, pero yo quería que el punto de vista fuera de los alemanes", frente al francés de aquella primera adaptación.
También decidió que los idiomas que usaran los actores tenían que ser los originales, es decir, mezclar alemán y francés.
"Era esencial para mantener el realismo. Además creo que los espectadores están hartos de las producciones hollywoodienses que se desarrollan en Europa y en las que todos hablan en inglés con un acento que no corresponde", señaló el realizador de "En la casa".
Para ello buscó un actor francés, lo que fue más fácil porque enseguida encontró en Ninney al más adecuado, y una actriz alemana, algo que resultó más complicado.
"Buscaba una Romy Schneider en 'Sisi' y al final encontré a Paula, que tenía el tono de melancolía adecuado para el papel".
Para Beer lo más complicado no fue tener que mejorar su francés, sino encontrar la forma de contar su personaje. "Lo que me gusta del trabajo de Ozon es que le gusta contar historias a través de tu trabajo y eso crea un sentido de grupo muy importante".
Mientras que para Ninney lo mejor fue que Ozon da "muchas posibilidades a las escenas, con una labor similar a los ensayos teatrales", lo que iba muy bien con el clasicismo de la historia. México :: Cultura