Wim Wenders, el único director alemán a concurso en el Festival de Venecia 2016, presentó un drama sobre las relaciones: "Les Beaux Jours d'Aranjuez", que rodó en 3D en apenas diez días, y en francés.
Wim Wenders viaja de París a Aranjuez a través del diálogo de una pareja en “Los bonitos días de Aranjuez”, una película intimista y compleja con la que compite en el Festival de Venecia y que ha recibido una fría acogida en la Mostra.
Basada en una obra del austríaco Peter Handke, Wenders cambia el alemán por el francés -"los diálogos sonaban más ligeros", asegura- y sitúa la acción en la maravillosa casa y jardín de Sarah Bernhardt a las afueras de París para contar una historia "llena de cuestiones eternas".
Así lo explicó el cineasta alemán en rueda de prensa en Venecia, donde fue recibido como una estrella del cine pese a que su película está lejos de sus mejores trabajos. Pero aquí ganó un León de Oro en 1982 con "The State of Things" y eso cuenta mucho.
Tras casi cincuenta años haciendo cine y autor de unas cuantas obras maestras, Wenders es uno de los cineastas más respetados y puede permitirse hacer películas como la presentada hoy en Venecia, con algunos destellos de poesía y de gran cine, pero que ha provocado opiniones encontradas.
Una película en la que una pareja muestra las diferencias de sus percepciones del mundo, la eterna cuestión de la barrera entre hombres y mujeres, un tema que "el filme no va a cerrar", afirmó Wenders. Reda Kateb y Sophie Semin son los protagonistas de ese diálogo sinfín que es la película, que mezcla las surrealistas historias sexuales de la mujer con los recuerdos del hombre de un fugaz paso por la localidad madrileña de Aranjuez, convertida casi en el paraíso en la tierra para él.
Una visión más cercana a la realidad
Por esa razón, el veterano cineasta alemán quería encontrar el paraíso perfecto donde desarrollarse la historia. Lo encontró en el jardín de la casa de la mítica actriz francesa, un lugar en el que pudo rodar sin interrupciones, en el que solo se escuchaba el viento y los pájaros.
Y para meter al espectador más en la historia, la rodó en 3D, porque le da la posibilidad de dar una visión más cercana a la realidad, además de permitir a la audiencia formar parte de la conversación de los protagonistas. Porque la historia de “Los bonitos días de Aranjuez” se desarrolla en un jardín, donde la pareja habla, pero en realidad son el producto de la imaginación de un escritor (Jens Harzer) que crea una obra desde un despacho abierto a ese jardín.
Se toma descansos para poner música en su "juke box" e incluso en un momento aparece Nick Cave interpretando con su piano uno de los temas que el escritor elige. Mientras, un jardinero hace un par de esporádicas apariciones al fondo del jardín y es Peter Handke el que lo interpreta.
Toda una serie de licencias que Wenders se toma sin recato y que son aceptadas igualmente por sus seguidores, aunque sus películas no lleguen a las cotas que alcanzó con "París, Texas" (1984) o "Wings of Desire" (1987). Algo que no parece importarle al director, que a sus 71 años ama más que nunca las salas de cine, un "lugar privilegiado, un lugar en el que no nos distraen, no recibimos llamadas, no estamos googleando, solo seguimos una historia y eso es algo muy raro. El cine es uno de los últimos lugares en los que esto pasa".