La ópera prima del mexicano Joshua Gil, aborda las preocupaciones cotidianas de dos hombres mayores en la provincia mexicana: la cinta tuvo una calurosa acogida en la Berlinale durante su estreno. La cinta transporta al espectador a una zona rural, desértica y pobre de México en donde viven los dos protagonistas. Rafael Gil Morán tiene una avanzada edad, pero grandes planes por delante. Es compositor de canciones que hablan de amores perdidos y familias desgarradas. También ha escrito el guión de una película que quiere filmar, pero las películas cuestan dinero.
Esas inquietudes las comparte con su vecino Raymundo Delgado Muñoz, que vive igual que Rafael en condiciones muy precarias. Delgado Muñoz tiene otras preocupaciones. Dice que está enfermo y que sabe que morirá pronto. Va al centro de Izúcar de Matamoros, municipio en el Estado de Puebla, en donde visita una tienda de ataúdes. Pero no le alcanza para comprar ninguno. En las conversaciones entre ambos la situación política está presente, hablan de asesinatos y de corrupción. El cineasta poblano contó que el anciano compositor, su abuelo paterno, murió de cáncer cuatro meses después de terminar la filmación.
La cinta proyectada en la sección Forum de cine joven, la más experimental del festival berlinés, despertó interés entre el gran público en las dos exhibiciones que ha tenido desde su estreno. La última tendrá lugar el sábado. La cinta de 74 minutos aspira al premio a la mejor ópera prima de la 65 edición de la Berlinale. El joven cineasta es discípulo del chileno Patricio Guzmán y del mexicano Carlos Reygadas, que le ayudó en la última fase de producción.
DW: ¿Cómo surgió la idea de su ópera prima?
Joshua Gil: “La Maldad” surgió hace muchos años. Los dos protagonistas son mis abuelos, materno y paterno. El que detona la historia es el padre de mi padre, que es el más delgado de los dos, el compositor y guionista (Rafael Gil Morán). Lo conocí cuando era pequeño, pero durante 25 años no supe de él porque se había peleado con mi padre. Un buen día lo volví a ver y me contó que estaba escribiendo un guión de una película. Él decía que era guionista, poeta y músico. Se presentaba como una persona muy ilustrada e importante. Desafortunadamente no tuvo la oportunidad de tener una preparación formal, era un campesino. Pero eso me inspiró para hacer “La Maldad”. Igual que en la película él contaba que su vida dio un giro radical cuando su mujer, mi abuela, decidió abandonarlo. Eso lo convirtió en una persona solitaria y triste, enfadado con la vida, que buscaba compensar lo que le faltaba a través de la música.
¿Ya murió?
Falleció desafortunadamente cuatro meses después de que terminamos la última escena de la película. Ya no alcanzó a verla. Tenía una enfermedad terminal que le diagnosticaron cuando comenzamos a filmar. Cáncer. Y ya tenía una metástasis. Cuando iniciamos la película él ya estaba desahuciado, esto complicó la producción también porque nadie quería invertir en una película en donde el protagonista tenía una enfermedad tan avanzada.
Se le ve, además, como una persona muy politizada, que se pregunta quién mató a Pancho Villa, a Francisco Ruiz Masseiu, a Colosio, si serían los panistas o los perredistas, o serían los priistas, que son todos asesinos…
Rafael era una persona muy politizada. Le gustaba leer y lo hacía todo el tiempo. Y eso le permitía tener una opinión muy concreta sobre el país y lo que estaba pasando. Hay que destacar que “La Maldad” se realizó en el año 2012, un año de elecciones presidenciales en México. Cuando filmamos había un ambiente efervescente que apuntaba a una crisis de credibilidad del sistema político mexicano. Vivimos una situación muy delicada en el tema de seguridad, hay una gran desigualdad e injusticia social. La película retrata todo esto que empieza a gestarse mucho antes, pero que en el 2012 ya está claro que va a pasar.
¿Hay una alusión al calificativo de maldad con los animales sacrificados en la escena, uno de los momentos más dramáticos de la cinta?
Es una escena que llama mucho la atención y sobre la que nos preguntan constantemente su significado. Denota una gran violencia. Él mata a sus animales para desprenderse de todo lo que tiene en la vida, para emprender un nuevo camino. Los mata para no dejarlos solos. También traiciona a su amigo robándole el poco dinero que tiene y la pistola, con eso se va a la Ciudad de México y sabe que ya no puede volver porque lo poco que tenía lo ha destruido para alcanzar el sueño que él tiene.
El desenlace también queda abierto, se ve al anciano perdido en las celebraciones por la independencia de México en el Zócalo, en donde se respira una gran efervescencia política.
Uno de los pilares de la película es la muerte, la muerte de las personas mayores en un país como México y sobre todo cuando no se tienen recursos suficientes para garantizar una muerte digna. Los dos personajes están buscando solucionar esto. El otro personaje, Raymundo Delgado, sabe que va a morir. Está buscando pagarse el funeral, tiene pocos ahorros, no sabe qué hacer. Le angustia la idea de morir y de morir con sufrimiento. Esa angustia ante el futuro inmediato es algo que compartimos todos como sociedad. No sabemos como mexicanos dónde va a acabar todo esto que estamos viviendo hoy en día; con el problema del crimen organizado, de la violencia, con la crisis de credibilidad de quienes nos gobiernan. Esa angustia la reflejan los protagonistas, que pasan de la ilusión a la decepción.
Hay escenas en el campo y la ciudad. Usted grabó en Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Ciudad de México…
“La Maldad” es una dedicatoria al país en donde vivo, que amo y que sufro. La película está construida en estos cuatro Estados que he tenido la oportunidad de conocer, cuatro lugares que aportan un clima a la película a nivel visual, a nivel temperatura. Para mí era muy importante la temperatura, como iba cambiando el clima, conforme se iban acercando y conociendo los personajes. Retratar esos desiertos, tierra seca, en donde los personajes brotan como pequeñas flores en medio de la resequedad y del frío. En esas escenas el color del cielo se va oscureciendo. Para mí era muy importante que el ambiente se viera afectado por la naturaleza de los actores. Al final, domina la oscuridad. Ya no sabes qué va a pasar.