Pablo Larraín |
La 65 edición de la Berlinale lanzó una señal política a Irán, entregando el Oso de Oro a la película rodada de manera clandestina "Taxi", de Jafar Panahi, que corona un palmarés muy latinoamericano, con dos importantes premios para Chile y uno para Guatemala. De este modo, cada una de las tres películas latinoamericanas en competencia se llevó un Oso de Plata.
El jurado internacional del festival de cine de Berlín –presidido por el cineasta estadounidense Darren Aronofsky, y con la realizadora peruana Claudia Llosa entre sus miembros– entregó su Gran Premio (Oso de Plata) a la chilena "El club", una demoledora crítica a la Iglesia católica firmada por Pablo Larraín. Dos años después de acariciar el Oscar con "No", sobre el referéndum que expulsó del poder a Augusto Pinochet, el cineasta volvió así a lograr un hito para el cine chileno. Su compatriota, Patricio Guzmán, se llevó además un Oso de Plata al mejor guión, por el documental "El botón de nácar", un alegato contra la impunidad de la dictadura de Augusto Pinochet. Mientras, la ópera prima guatemalteca "Ixcanul", de Jayro Bustamante, se alzó con el Premio Alfred Bauer a una película que abre horizontes.
Oso de Plata, Gran Premio del Jurado para la chilena "El club", demoledora crítica a la Iglesia católica firmada por Pablo Larraín.
Patricio Guzmán |
Finalmente, el Oso de Plata a la mejor aportación artística fue también compartido para la alemana "Victoria", de Sebastian Schipper, y la rusa "Under Electric Clouds" (Pod Electricheskimi Oblakami). "Victoria" fue galardonada por el singular movimiento de cámara del filme, rodado como secuencia única que sigue los pasos de una muchacha española en la noche berlinesa, papel interpretado por Laia Costa.
Los galardones no se limitaron a la sección a competición, sino que además, fuera del palmarés oficial, el mexicano Gabriel Ripstein –hijo del aclamado cineasta Arturo Ripstein– se llevó el premio a la mejor ópera prima por "600 millas", exhibida en Panorama, el segundo apartado del festival.
Adicionalmente, el director alemán Wim Wenders recibió un Oso de Oro de Honor, en reconocimiento a una carrera que ha discurrido tanto en Alemania como en el resto de Europa y del mundo. "Con Wim Wenders honramos a uno de los grandes artífices del cine de autor de nuestros días", apuntó el director del festival, Dieter Kosslick. Wenders, por su parte, se refirió a sus expectativas de llevarse un Óscar con "La sal de la tierra", el documental sobre el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado.
El Oso de Oro a la iraní "Taxi", de Jafar Panahi, fue recogido por su nieta.
Como balance, el Oro a Panahi tuvo un aire de gesto solidario con el cineasta, viejo conocido del festival, quien ya compitió en 2011 con "Offside" y volvió en 2013 con "Courtain Close", y a quien el régimen de Teherán impidió acudir a Berlín, ni a presentar su película ni a recoger el trofeo."Taxi" es la segunda película iraní en este lustro que se alza con el Oso de Oro, después de que en 2011 se lo llevara Asghar Farhadi por "Nader y Simin. Una separación".
Chile acudía a este festival con dos nombres de peso y alcance internacional, dispuesto a refrendar el buen momento de su cinematografía y logró con creces su objetivo. Guatemala, por primera vez en competición en la historia de la Berlinale, obtuvo su premio (instituido en memoria del fundador del festival) con un cine de corte indígena, dirigido por el debutante Bustamente.
Patricio Guzmán, se llevó además un Oso de Plata al mejor guión, por el documental "El botón de nácar".
La Berlinale incluía en esta 65 edición 19 películas a concurso, entre ellas las representantes latinoamericanas, que tras su estreno se situaron inmediatamente a la cabeza de las preferencias de la crítica internacional que siguió este festival. Kosslick, el director de la Berlinale, había puesto énfasis en su compromiso con el cine que incide en conflictos del mundo real.
A la lista de los galardones oficiales se sumaron los principales premios que conceden otros jurados independientes que siguen el festival, entre los que también la cinematografía brasileña y uruguaya hallaron su reconocimiento