Nueva York, miércoles 20 de abril, 20106 (AP). "¿Tienes un chiste sobre el Holocausto?" Esa fue la pregunta con la que la directora Ferne Pearlstein rompió el hielo cuando se sentó a entrevistar a comediantes para "The Last Laugh", su documental sobre comedia y tabúes, particularmente en relación con el Holocausto.
Gilbert Gottfried, maestro de los remates desmesurados, saltó de inmediato: "¿¡Hubo un Holocausto!? ¡Nadie me dijo!".
"The Last Laugh", que se estrenó esta semana en el Festival de Cine de Tribeca, indaga en el "¿cuál es el límite?" en la comedia y examina el papel catártico y sanador del humor incluso en las peores tragedias. Es un debate que presenta muchas perspectivas diferentes, aun en la comunidad de comediantes, donde los humoristas son reprendidos por ir "demasiado lejos" o "demasiado pronto" con sus monólogos.
Pearlstein no solo examina el tema desde el lado de los que tienen el micrófono, sino a través de sobrevivientes del Holocausto que le dan al filme una dimensión más profunda: el humor como una herramienta necesaria de supervivencia. Algunos, como la sobreviviente de Auschwitz de 91 años Renee Firestone, confiesan con franqueza que ellos, los sobrevivientes, también cuentan chistes sobre la vida en los campos de concentración.
"El humor me mantuvo vivo después del Holocausto", dijo Firestone en una entrevista junto a Pearlstein y su esposo, el coguionista Robert Edwards. "Sin humor, no creo que hubiese podido vivir tanto".
Al buscar el humor en las oscuridades más profundas, "The Last Laugh" se mete con la naturaleza intrínseca de la comedia.
"La comedia ilumina la oscuridad, y la oscuridad no puede vivir donde hay luz", dice Sarah Silverman en el filme. "Por eso es importante hablar de cosas que son tabú, porque de otro modo permanecen en la oscuridad y se vuelven peligrosas".
Pero hay discordia entre muchos de los cómicos en la película, que incluye a Mel Brooks, Carl Reiner, Rob Reiner, Larry Charles y Susie Essman. Brooks, creador de la crítica a Hitler "The Producers", reconoce que puede hacer chistes de nazis, pero no del Holocausto. Cuando reflexiona sobre la presentación que hizo Silverman de él cuando recibió el premio AFI a la trayectoria en el 2014, se avergüenza de los chistes de la actriz: "¿Qué es lo que los judíos odian más del Holocausto? El costo".
"La película no responde la pregunta", dice Pearlstein sobre lo que sería material vedado para chistes. "Queríamos provocar discusión".
En algo parecen estar de acuerdo tanto comediantes como sobrevivientes: la tragicomedia de Roberto Benigni sobre el Holocausto "La vida es bella" (1997) es una estupidez sentimental inverosímil. Brooks la llama "la peor película que se haya hecho".
Un filme que nunca llegó a estrenarse fue "The Day the Clown Cried", de 1972, en el que Jerry Lewis interpreta a un payaso alemán obligado a entretener a niños antes de que éstos sean enviados a las cámaras de gas. Lewis ha jurado que nadie lo verá jamás.
Para Pearlstein, una cineasta veterana cuyos créditos incluyen el documental de lucha japonesa de 2003 "Sumo East and West", determinar si un chiste es ofensivo o no conlleva una química compleja: ¿Quién lo está diciendo? ¿Cuándo? ¿Fue gracioso o no?
"No tengo una filosofía al respecto", dice Carl Reiner en la cinta. "Solo sé que es mucho más divertido reír que no reír".
En algunas escenas del filme, Pearlstein documentó a sobrevivientes viendo videos en YouTube de comediantes como Larry David y Ricky Gervais.
"Ver la cara de Renee durante estos chistes, no fue lo mismo", dijo Pearlstein. "Los estaba oyendo de una manera diferente. Me pegó de una manera diferente".
Lo más importante para Pearlstein y Firestone es que no se censure la discusión.
"Siento fuertemente que para poder salir adelante de estos acontecimientos horribles, todo el mundo debe conocer el dolor de los demás", dijo Pearlstein.
Firestone, quien viaja incansablemente para hablar sobre el genocidio como una amenaza para todos, recuerda vívidamente el absurdo de Auschwitz. Un doctor la examinó y le recomendó que se quitara las amígdalas si sobrevivía.
"Nuestro tratamiento era tan ridículo que podía o llorar o llorar", dijo Firestone. "Dondequiera que haya sobrevivientes, cualquier tipo de sobrevivientes, deben tener algo de humor".