Venecia (Italia), 7 sep (EFE).- A sus 83 años y con poco por demostrar, Carlos Saura sigue mostrando una enorme curiosidad y considera que mezclar ficción y documental le permite "una mayor experimentación" y es más "bonito y estimulante" como demuestra su último trabajo "Zonda, folclore argentino".
Presentada con muy buena aceptación en la sección Jornadas de los Autores del Festival de Venecia, su nueva incursión en el cine musical es un nuevo ejemplo de fusión de "teatro, ópera, música, cine, interpretación, escenografía, fotografía..", explica en una entrevista con dos medios de comunicación, uno de ellos Efe.
Esa mezcla abre "todo un mundo de posibilidades para trabajar con la imaginación", precisó el cineasta español.
"He hecho realismo y no reniego de ello, pero ahora no me interesa", agregó.
Lo que le interesan son proyectos como el documental "Zonda, folclore argentino", una coproducción hispano argentina con la que quiere dar a conocer la maravilla que es la música y los bailes del noroeste del país latinoamericano.
"Me ha gustado desde siempre y me contactó un productor interesado para hacer este proyecto", preció Saura, quien recordó que hubo una época en la que este tipo de música era muy conocido no solo en Argentina, sino también en España, con grupos como Los Chacareros.
Pero durante un tiempo estuvo muy olvidada, metida "en una especie de silencio" del que ahora empieza a salir, con bastantes personas que trabajan para recuperar estos ritmos, algunos de ellos desaparecidos completamente.
"Ha sido un gran placer tratar de que otras personas lo conozcan" y contribuir al movimiento para "regenerar, moderniza y actualizar unas músicas a las que se están incorporando otros ritmos".
No es solo folclore, que es más rígido, es un concepto más amplio que el que hace pensar el título de la película, que también se refiere al zonda, un viento tremendamente cálido que se da en esa zona.
Una película estéticamente deslumbrante, como todas las que ha hecho sobre géneros musicales, y en la que Saura no ha trabajado con su habitual director de fotografía, Vitorio Storaro, sino con el brasileño Felix Monti, "una persona maravillosa y un fotógrafo eminente con un talento enorme".
Monti no quería repetir el trabajo que Storaro realizó con Saura en películas como "Tango", pero al final se tuvo que rendir a la evidencia. "No ha tenido más remedio que seguir la senda de Storaro, pero dejando su impronta".
Porque la estructura que usa Saura para rodar sus musicales, una especie de estructura metálica similar a la de una tienda, que puede ser cubierta de telas y trabajar en el interior, marca mucho el trabajo fotográfico.
"Empecé a usarlo para 'Sevillanas', se puede iluminar por delante y por detrás, usar color, viene de la ópera y lo uso en los musicales, en la ópera y en el teatro, me da una gran facilidad de movimiento y lo voy a seguir usando toda la vida porque me encanta", aseguró sonriente en referencia a quienes dice que se repite en sus trabajos.
Unos trabajos en los que la fotografía tiene una papel esencial, como lo tiene también en su vida.
Va a todas partes acompañado de su cámara -también en la entrevista- y asegura que hace "jogging visual" porque la fotografía es "una forma de estar visualmente activo".
Un amor por las cámaras que empezó cuando se enamoró de una chica cuando él tenía tan solo siete años y quería tener su imagen.
"Le mandé un corazón que decía 'te amo' y nunca me respondió. Aprendí así la fragilidad de los sentimientos y que nunca te puedes fiar completamente de las mujeres", dice riendo.
Pero más allá de las anécdotas, reflexiona sobre la fotografía como uno de los grandes inventos de la humanidad, pues le permitió conocer el aspecto de gentes y lugares, además que el cine y la televisión son consecuencia de ella.
Y además tiene un sentimiento hermoso y a la vez terrible cada vez que saca una fotografía. "En el momento en el que la has hecho, esa imagen ya es el pasado". EFE México :: Cultura