Dos grandes talentos de la cinematografía italiana convergen en esta historia en la que Scola recuerda a su entrañable amigo Fellini.
El filme se presentó en función única en la Cineteca Nacional, con la asistencia del director del complejo cinematográfico, Alejandro Pelayo, y el Embajador de Italia en México, Alessandro Busacca.
¡Qué extraño llamarse Federico! (2013), la más reciente película de Ettore Scola (Trevico, Italia, 1931) es una evocación de la creación, la amistad y la esencia del cine, pues a través de este trabajo el cineasta italiano rinde un homenaje a su entrañable amigo Federico Fellini (Rímini, Italia, 20 de enero, 1920- Roma, Italia, 31 de octubre, 1993), y a base de recuerdos hace una clara reafirmación de su amistad.
Por primera vez, gracias al apoyo del Instituto Italiano de Cultura, el filme llegó a México en función única en la Cineteca Nacional, proyección que fue presentada por el director del complejo cinematográfico, Alejandro Pelayo; el Embajador de Italia en México, Alessandro Busacca y el director general para Europa de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Alejandro Negrín.
Alejandro Pelayo, previo al estreno, dijo que se trata de un trabajo excepcional cuya proyección es un doble homenaje a Ettore Scola y Federico Fellini, dos grandes cineastas que gozan del gusto del público mexicano.
El director de la Cineteca Nacional destacó que la función se incluye dentro de las actividades que el recinto lleva a cabo para estrechar las relaciones con países amigos, como es el caso de Italia, que además en cuanto a cine es un gran exponente, y recientemente se han acordado diversas acciones para el fortalecimiento del intercambio cultural.
Asimismo, Alejandro Negrín expuso que desde siempre el cine ha sido una vía privilegiada de contacto entre Italia y México, y explicó que con motivo de la reciente visita de presidente del Consejo de Ministros de Italia, Enrico Letta, a México se han realizado varias acciones entre las que destaca la firma, el pasado martes 13 de enero, del memorándum de entendimiento entre las instituciones culturales de México e Italia que contiene un capítulo audiovisual.
Explicó que la firma de este documento entre Rafael Tovar y de Teresa, presidente de Conaculta, y Alessandro Busacca, incluye un apartado para el fomento del intercambio en el campo de los medios audiovisuales, especialmente la coproducción de películas. Éste tiene como propósito desarrollar la producción cinematográfica y fortalecer los lazos culturales y tecnológicos entre los dos países, para beneficiar a las industrias cinematográficas y contribuir al crecimiento económico de la producción y distribución del cine en Italia y en México.
A su vez, Alessandro Busacca coincidió en que los últimos días han sido de gran productividad en material cultural para ambas naciones, lo que es un buen motivo de celebración.
Posteriormente, el embajador hizo una breve reseña de la película y explicó que es un trabajo que el también creador de piezas como La vida fácil (1962) y Un día especial (1977) realizó con motivo de los 20 años de la muerte de Federico Fellini, en la que narra su encuentro con el creador de La dolce vitta (1960) a través de un álbum de imágenes y de memorias que entrelazan las escenas escritas y reconstruidas, un retrato que en la intención de su autor desea ser alegre.
“Es una original lectura sobre Fellini que no es un documental, tampoco es del todo una ficción y menos es la vida real. Es un homenaje afectuoso, uno de esos recuerdos que un amigo tiene de otro en ocasión de su aniversario. El filme gira en torno a la melancolía y el dolor por la pérdida de un amigo que de algún modo sigue vivo, pero siempre con el deseo de festejar, de aclamar la vida y el arte, como el girar de un carrusel”, refirió Alessandro Busacca.
Narrada en tercera persona, la película es una evocación a la misma creación, a lo hecho antes que es traído a la memoria del realizador para deleite del espectador, lo que se nota desde la toma inicial en la cual aparece Fellini en sus últimos años de vida, de espaldas al espectador y mirando hacia el mar mientras recita en español De otro modo, de Federico García Lorca, poema que termina con la frase “que raro que me llame Federico”.
Luego de esa colorida primera toma de ocaso, la historia continúa en blanco y negro y el narrador aparece para contarnos la llegada de Fellini a Roma y sus inicios como dibujante en la histórica revista de sátira Marc’Aurelio, publicación a partir de la cual Scola, a los cinco años de edad se convierte en admirador de Federico.
Se trata de una visión íntima sobre la amistad, sesgada por los recuerdos de Ettore y de los episodios que vivieron juntos, los cuales se van mostrando a través de saltos en el tiempo, que son marcados por tomas que intercaladamente cambian del color al blanco y negro.
A lo largo de 90 minutos surgen las anécdotas y todo aquello que vivieron juntos cotidianamente. Como los largos recorridos nocturnos en automóvil que ambos hacían para combatir el insomnio, trayectos en los que aparecen personajes que al parecer fueron motivo de inspiración para algunas de sus películas, como una prostituta que nos evoca a la protagonista de Las noches de Cabiria (1957).
La ficción que evoca la melancolía de los recuerdos y las anécdotas cómicas, oscila con fragmentos de documental en los que se incluyen valiosos materiales de archivo, como los dibujos de ambos, fotos, fragmentos de películas y de entrevistas, que sustentan lo histórico y biográfico.
El espectador logra tener una visión más íntima de Fellini a través de los ojos de su amigo y así también conocer aspectos interesantes de su producción, los tucos y la recreación de escenas emblemáticas de sus trabajos como el segmento de Nos queríamos tanto (1974), donde Scola recrea la escena de La dolce vita en la Fontana de Trevi, en la que aparece Marcelo Mastroianni y el mismo Federico durante la filmación.
Se trata de una pieza que sorprendió al mundo de la cinematografía porque con ella se conjuró el anunciado retiro de Ettore Scola, quien después de 10 años de ausencia en las pantallas, regresa para rendir este sensible homenaje a su fallecido amigo.