Los Ángeles, 30 de noviembre, 2016 (AP). Jacqueline Kennedy no tenía una forma de hablar convencional. Es en parte neoyorquina, parte de escuela privada del Atlántico medio, y resulta discordante para la mayoría de los oídos modernos. Natalie Portman recuerda sus primeros días en el plató de "Jackie", a donde llegó hablando de lleno con ese característico acento dejando perplejo a su director, el chileno Pablo Larraín.
Estaban filmando una recreación del especial de televisión "A Tour of the White House with Mrs. John F. Kennedy", donde el corresponsal de CBS News Charles Collingwood siguió a la primera dama con cámaras mientras conversaban sobre cada salón de la Casa Blanca y su costosa restauración. Larraín se detuvo durante una toma y puso imágenes de la entrevista real solo para chequear. Quedó impresionado con lo certera que de hecho era la interpretación de Portman.
Aun así, "al principio fue impactante", dijo el director.
También fue distinto a cómo Jackie Kennedy sonaba en otras circunstancias, apuntó. La primera dama tenía una voz pública y una voz privada, que Portman pudo estudiar gracias a entrevistas grabadas que Arthur Schlesinger, Jr. le hizo a la señora Kennedy.
La película "Jackie", que se estrena el viernes, explora los matices públicos y privados de la enigmática figura inmediatamente después del asesinato de su esposo John F. Kennedy en 1963, mientras planifica el funeral, se va de su casa, consuela a sus hijos y atiende el legado de su marido.
Es lo que llevó a Noah Oppenheim a hacer de ella el objeto de su primer guion.
"La mayoría de las veces es percibida como un ícono de moda, como una mujer hermosa al lado de su marido. La gente está fascinada por su matrimonio y las infidelidades de él, pero no sentí que ella haya recibido nunca el crédito suficiente por entender intuitivamente el poder de la televisión, el poder de las imágenes y la iconografía y su papel en la definición de cómo nosotros recordamos la presidencia de su esposo", dijo Oppenheim.
Fue Jackie, una semana después del asesinato, en una entrevista con Theodore H. White para la revista LIFE, quien pronunció la palabra Camelot en referencia a su tiempo en el poder.
"Siempre asumí que el gobierno de Kennedy había sido llamado Camelot desde el principio, que ellos eran esta pareja joven y apuesta como de la realeza estadounidense", dijo Oppenheim. "El hecho de que a ella se le haya ocurrido lo de Camelot es increíble. Esa sola referencia hizo más que cualquier lista de logros políticos para cementar en la mente del pueblo quién era Jack Kennedy".
La cinta, sin embargo, no pretende proporcionar respuestas. Presenta a Jackie como una figura inescrutable al mostrar las sutiles diferencias en sus interacciones con la gente que la rodea, incluyendo a un sacerdote (interpretado por John Hurt), el periodista (Billy Crudup), su vieja amiga Nancy Tuckerman (Greta Gerwig) y Bobby Kennedy (Peter Sarsgaard).
"(Oppenheim) cuenta su historia a través de estas distintas relaciones y los diferentes papeles que ella desempeñó alrededor de la gente en su vida en distintos momentos. Creo que eso es realmente poderoso", dijo Portman, quien está recibiendo algunas de las mejores reseñas de su carrera por esta actuación.
Larraín no hubiera hecho la película sin Portman. El guion estaba listo desde 2010, y había recibido la atención de directores como Darren Aronofsky, quien planeaba dirigirla con su entonces prometida Rachel Weisz en el papel estelar. Tras retirarse, Aronofsky permaneció en el proyecto como productor y fue le pidió a Larraín que lo considerara.
Portman dice que cuando conoció al director chileno se sintió prácticamente "desafiada" a hacer el film.
"Me dijo, 'o hacemos esto juntos o nos vamos los dos''', relató la actriz. "Fue como, 'está bien, esto es bueno, tomémonos de la mano y saltemos'''.
El tono de la película, gracias a la hábil edición del chileno Sebastián Sepúlveda y una notable partitura de Mica Levi, puede dar por momentos la sensación de un thriller psicológico y no de una cinta biográfica sobre un personaje convencional. Larraín se deleita en la belleza de traer a un público a "ese lugar indeterminado".
Portman, por su parte, sabe que está a la disposición de sus directores y a menudo no está al tanto del tono exacto del filme hasta que ve el producto terminado.
"Cuando estábamos haciendo 'Black Swan' ('El cisne negro') pensé que estábamos haciendo una película completamente diferente a la que vi. Pensé que estábamos haciendo algo así como un documental y entonces la vi y dije, '¿Qué? ¿¡Qué es esto!?'. Literalmente no tenía idea", aseguró. "Pensé que era una especie de retrato realista del colapso nervioso de una persona y no fue eso para nada. Uno puede malinterpretar completamente el tono, pero igual puede funcionar".
"Jackie", llena de significado histórico y emocional, sí admitió cierta frivolidad, gracias a ese especial de TV sobre la Casa Blanca.
"Disfrutamos tanto eso", dijo Larraín. "Fue hablar solo de muebles y de sillas. Y ella incluso cometió los mismos errores que Jackie".
"Nos reímos mucho", dijo Portman. "Pablo me decía, '¡Muestra más entusiasmo por la silla!' Ella REALMENTE está emocionada por la silla".
"Pero eso era necesario porque muestra cierto esplendor", agregó Larraín. "Creo que cuando uno está representando un momento tan trágico y crítico, necesita algo de esplendor para realmente comprenderlo".