México, 8 de junio, 2016 (Notimex). “Pasarán más de mil de años y muchos más” y el cine mexicano seguirá siendo el heredero de la literatura, básicamente de la del siglo XIX, consideró la guionista Paz Alicia Garciadiego, durante una charla que ofreció al lado de la escritora Myriam Laurini.
Reunidas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, como parte del ciclo “Mujeres de letras”, que organiza la Coordinación de Literatura del INBA, ambas conversaron sobre la relación cine-literatura y coincidieron en que son disciplinas estrechamente unidas.
Para la guionista, el cine sigue contando cuentos, hay ejemplos aislados de películas que se cuentan sin contar un cuento, habiendo guión o no.
“El cine sigue siendo muy heredero de la narrativa, de la novela del siglo XIX, y en la literatura es mucho más flexible porque incluye el pasado y el presente, lo que en el Séptimo arte no ocurre”, precisó.
Abundó que cuando ella escribe guiones o cuando imparte talleres sobre guion, a sus alumnos les da un consejo en contra de las reglas de Hollywood, que “no les hagan biografía a los personajes, porque si les hacen biografías se van a ver tentados a incluirlas en la pantalla, porque están contando un cuento que sucede en el presente”.
Guionista de películas como “Profundo carmesí” o “El imperio de la fortuna”, Garciadiego aseguró que el único tiempo que realmente existe en el cine es el futuro.
“Qué quiero decir con el futuro, la película es una serie de fotogramas aislados, ahora está de moda la secuencia, pero los fotogramas son las fotografías, estas cuentan la historia rompiendo el tiempo”, apuntó la guionista.
Paz Alicia Garciadiego cursó Letras españolas y Estudios latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, la vida la llevó por otro camino. Como guionista cinematográfica ha creado a personajes entrañables del cine mexicano, aquellos que salen de los barrios populares de la ciudad sin temor a decir lo que piensan y sienten.
Si Garciadiego opta por historias de los bajos fondos para contar es meramente porque son más fotografiables, una señal de que tiene bien clara su labor: la de escribir mientras piensa en cómo su historia será proyectada en las salas de cine.