ROMA, (ANSA) - Este año han sido tantos los homenajes, las celebraciones y las iniciativas dedicadas a ella que se corre el riesgo de olvidarse que mañana Ingrid Bergman hubiera festejado los 100 años de una vida plena que solo una recaída de un cáncer al seno interrumpió el mismo día de su cumpleaños en 1982.
Durante el último festival de Cannes, su sonrisa daba la bienvenida desde todo el primer piso del Palais y en Bolonia, durante el festival del Cine Recobrado, una multitud en la Plaza Mayor suspiró y lloró viéndola despedirse del amor de su vida, Rick (Humphrey Bogart), en el inolvidable adiós de "Casablanca".
Y Venecia le dedicará un enésimo homenaje con "Viva Ingrid!", un montaje de 20 minutos de su nieto Alessandro Rossellini con escenas de vida familiar en Italia, filmadas por la misma actriz.
Su hija Isabella recuerda que cuando no trabajaba, su madre era una perfecta ama de casa, madre premurosa e inflexible gobernante hasta que la llamaban a filmar porque esta era su real vocación a la que no habría renunciado por nada en el mundo.

Ingrid conquistó inmediatamente a Hollywood pero se negó a convertirse en una nueva Greta Garbo y para oponerse al chismerío hizo traer a su primer marido, el neurocirujano Peter Lindström, y a su hija Pia.
En plena guerra, con su participación en "Casablanca" y en "For Whom the Bell Tolls" (Por quien doblan las campanas), ambientado durante la guerra civil española y que le valió su primera candidatura al Oscar, la actriz subraya su empeño directo en la lucha antifascista.
Pero será un melodramón como "Gaslight" (La luz que agoniza) que la hace posesora del primero de sus tres Oscars y lo convence a Alfred Hitchcock a hacerla su musa en tres films sucesivos, "Spellbound" (Cuéntame tu vida), "Notorious" (Tuyo es mi corazón) y "Under Capricorn" (Bajo el signo de Capricornio), puesto que quedará vacante con la huída de la actriz a Italia.
Ingrid Bergman fue una mujer de fuertes pasiones pero nada fácil de conquistar prefiriendo los hombres con los que podía tener relaciones de igual a igual.
Uno de estos fue el fotógrafo húngaro Frank Cappa que la convenció de dejar el ambiente estereotipado de Hollywood para hallar la verdad en el cine que se hacía en Europa sobre las ruinas de la segunda guerra mundial.
Y la encontró viendo "Roma città aperta" (Roma ciudad abierta) y ofreciéndose al director Roberto Rossellini para un papel, "cualquier papel para una actriz que habla corrientemente sueco e inglés, un poco de alemán y en italiano solo sabe decir te amo" como escribió en aquella famosa carta con la que se despidió de Hollywood, ganándose la ira de ese pequeño mundo mojigato y conservador que la radió por diez años de sus filas.

Recién en 1956 Hollywood le reabrió las puertas con "Anastasia" que le valió un segundo Oscar) y le permitió una feliz y exitosa carrera teatral, cinematográfica y hasta televisiva (su última aparición fue un telefilm sobre Golda Meir,tal vez la política más fea de la historia, pero a la que a la actriz supo darle toda la humanidad y la entereza de carácter que distinguieron a la premier israelí) y hasta un tercer matrimonio con un productor teatral sueco.
Pero su verdadero triunfo fue volver a su país a filmar en sueco con el otro Bergman, Ingmar, en "Höstsonaten" (Sonata otoñal) en el papel de una pianista famosa incapaz de amar a su hija, un personaje ingrato al que supo darle una dimensión humana y afectiva inolvidables. ansa.it - Ansalatina