Helsinki, 16 de febrero, 2017 (EFE). El cineasta Aki Kaurismäki, el realizador más personal y prestigioso de Finlandia, anunció hoy su retirada definitiva de la dirección tras 34 años de carrera en una entrevista concedida a la televisión pública finlandesa YLE.
Kaurismäki, quien el próximo abril cumple 60 años, hizo esta confesión desde el Festival de Cine de Berlín (Berlinale), en el que compite por el Oso de Oro con la que podría ser su última película como realizador, "Toivon tuolla puolen" (traducido literalmente como "Más allá de la esperanza").
"Estoy cansado. Quiero empezar por fin a vivir mi propia vida", aseguró Kaurismäki al citado medio.
"Ya he dicho lo mismo antes, pero esta vez sí es un adiós. Es muy probable que esta sea mi última película", añadió refiriéndose a la Berlinale de 1994, en la que él y el director polaco Krzysztof Kieslowski anunciaron su retirada del cine.
De mantener esta vez su palabra, el cineasta finlandés dejará inacabado su proyecto de rodar una trilogía sobre la inmigración en tres ciudades portuarias europeas, serie a la que pertenecen los títulos "Le Havre" (2011) y "Toivon tuolla puolen" (2017).
Esta última cinta narra, con el inconfundible estilo del director, la historia de un refugiado sirio que llega al puerto de Helsinki en busca de asilo y se topa con la indiferencia de las autoridades y el racismo neonazi, pero también con la solidaridad de un mendigo y un viajante metido a hostelero.
La mezcla de humor seco, denuncia política y humanidad que desprende el filme hizo que fuera recibido con ovaciones por el público y la crítica y que sea uno de los firmes candidatos al Oso de Oro.
Director, productor, editor y guionista, Kaurismäki empezó su carrera en 1983 con el largometraje "Crimen y castigo", basado en la novela homónima del escritor ruso Fiódor Dostoyevski.
Durante estos casi 35 años ha dirigido numerosos cortos y 18 largometrajes, entre ellos algunos tan aclamados como "La chica de la fábrica de cerillas" (1990) o "Un hombre sin pasado" (2002), por el que recibió el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
En su faceta de intelectual comprometido protagonizó sonados incidentes, como en 2002, cuando suspendió un viaje al Festival de Cine de Nueva York para presentar "Un hombre sin pasado", tras enterarse de que Estados Unidos había denegado el visado al cineasta iraní Abbas Kiarostami, invitado al mismo certamen.
Seis meses más tarde canceló su asistencia a la ceremonia de los Óscar, entre cuyas candidatas a mejor película en lengua no inglesa estaba esa misma cinta, en protesta por el inminente ataque de Estados Unidos a Irak.
"Ni yo ni nadie en Sputnik Oy (la productora del cineasta) podemos participar en la gala de los Óscar, cuando al mismo tiempo el Gobierno de EEUU prepara un crimen contra la Humanidad por impúdicos motivos económicos", denunció en una carta enviada a la Academia de Hollywood.